9.8.09

Oda a Joan Miró

Abre el pestillo con sus deditos de marmol,
sin imaginar a dónde la llevarán esas lineas rojas
y esos círculos negros.

Un fondo azul, casi translusciente le regala caricias,
invitándola a sumirgirse junto a lo irreal y surreal.
Cierra los ojos y vé todo lo que ha querido ver desde que se despertó.

Deja que la fluidez la arranque de su realidad realista.
Una, y la única, invitación a algo tan simple pero hermoso.
Juran, todos, que cualquiera lo puede hacer,
pero, al igual que cuando se trata de los besos, no pueden haber dos iguales.

Solo uno.

Así es que deja caer el vestido de lo que piensa creer y lo que cree pensar,
y se deja nacer en el olvido de lo verdaderamente magnífico.
Escuchando un susurro en el oído que le confiesa,

"Este es el color de mis sueños"